sábado, 3 de mayo de 2014

Boro y Byron

       Asfixiada se sintió cuando su madre le ajustó el último hilo de su vestido. Agonizante por todas esas charlas vacías que se escuchaban en su familia en cada tertulia. Cansada de los regaños y correcciones de su madre, que quería mantener todo en orden, todo en su lugar, nada de guantes rotos ni vestidos manchados con barro. “Esos no son libros para una jovencita”. “Tendrías que estar bordando en vez de salir a caminar tanto”. Eran frases que siempre le dirigía en forma repetitiva todos los días.
Aquella noche Boro se encontraba acostada en su cuarto leyendo, hasta que su madre irrumpió de repente:
 -¿No vas salir al patio en ningún momento?- le reprochó su madre.
- Es que no encuentro el otro par de mi zapato- mintió Boro-. Esa excusa siempre servía para sacarse de encima a su mamá.
 A Boro le encantaban las reuniones que se realizaban en su casa, pero prefería mirarlas desde su ventana leyendo un libro. No es que no fuera una persona sociable, sino que no disfrutaba la compañía de los invitados de sus padres; se sentía excluida de los intereses de los demás, pero esto no le molestaba para nada, sino que hasta le causaba gracia.
 Su amiga bibliotecaria, la Señora Berta, siempre le decía “son personas vacías, nunca tocaron un buen libro”, refiriéndose a las familias más ricas del pueblo; también se incluían a los padres de Boro, y ella lo sabía pero no le importaba. Ella disfrutaba mucho de la compañía de Berta, siempre pasaba tardes enteras en su biblioteca, descubriendo nuevas historias y los nuevos escritores modernistas, pero últimamente su madre la atormentaba a mandados para mantenerla ocupada y que no concurriera tan seguido a lo de Berta, dado que ésta tenía fama de “revolucionaria”, término que Boro aún no entendía.
 Al final de la noche, Boro cumplió con su costumbre de ver la tertulia desde su pieza, pero luego de terminar su libro, se sorprendió al ver a su padre extremadamente serio, asomado en su puerta.
 -Es la última vez que te quedas acá, escondida como una lagartija, no podes pasar todo el tiempo leyendo libros, ya falta poco para mostrarte en sociedad y conocer pretendientes; humillas a toda tu familia con tu comportamiento. Si seguís así no vas a conseguir nunca un esposo digno. De ahora en más tenes prohibido no asistir a nuestras fiestas, y mañana mismo vas a empezar con tus clases de costura.- Abandonó la habitación dejando sin hablar a su hija.
 Boro estaba furiosa, no entendía qué tenían de malo sus libros, y por qué tenía que asistir a las reuniones que organizaba su familia. Esa noche no pudo dormir.
 A la mañana siguiente, Boro se levantó muy temprano de su cama y en silencio, procurando que todos estuvieran dormidos, se puso su abrigo y salió de su casa para dirigirse a la biblioteca de su amiga. Berta se encontraba sentada con sus grandes anteojos puestos, leyendo un libro amarillento y gordo; Boro le contó sobre la tertulia y los regaños de su padre, y como siempre su amiga la consolaba con un libro nuevo.
 Pasaron un par de años desde la tertulia de aquella noche, y desde entonces Boro asistía a sus clases de costura, pero siempre encontraba la forma de escaparse e irse a la biblioteca de Berta.
 Con el paso del tiempo se convirtió en una joven hermosa, madura y muy inteligente; tenía varias propuestas de matrimonio, las cuales su madre deseaba  por las grandes riquezas de los pretendientes, pero Boro las rechazaba sutilmente explicándole a ella que podía conseguir mejores candidatos, pero la realidad era que a Boro no le interesaban esos hombres, le parecían poco instruidos, superficiales y en algunos casos ignorantes.
 Un día Boro, se encontraba en la biblioteca, sumamente concentrada en un libro de Erasmus Darwin, cuando escuchó la voz de un joven preguntando:
 “Buenos días, lamento interrumpirla en plena lectura, yo soy un gran admirador de las teorías que sostenía Darwin. ¿Se encuentra Berta? ”
“No, se fue a comprar hilo, ¿qué necesita?”
“La estaba buscando porque le quería consultar acerca de un libro de Goethe”
“Yo conozco esta biblioteca de memoria, te puedo ayudar. Me llamo Boro”
“Encantado, me llamo Byron” Y así se conocieron el resto de la tarde, que luego se hicieron rutinarias, leyendo libros enteros y debatiendo sobre ideas que para ella estaban prohibidas en su casa.
 Boro admiraba, escuchaba y amaba tanto a Byron que éste la convenció para escaparse con él a Suiza por el resto del verano junto con otros amigos, y ella aceptó sin miedo de las consecuencias que podría tener con sus padres.
 Aquel verano en Suiza fue húmedo y desagradable, la lluvia incesante los obligó a encerrarse varios días en la casa. Pero Boro disfrutó mucho de esas largas conversaciones que surgían a la noche, sobre todo  aquellas charlas sobre la teoría de Darwin, que sostenían que existía la posibilidad de darle vida a un cadáver o a distintas partes del cuerpo; esto llevó a Byron a sugerir que cada uno de los presentes escribiera su propia historia de miedo.
 Boro se empeñó en pensar no solo en una historia que diera miedo, sino en una historia que hablase sobre los misteriosos temores de la naturaleza y que despertase el más intenso de los terrores, una historia que creara en el lector miedo a mirar a su alrededor, miedo a que sus respiros se escuchasen muy alto, que helase la sangre y acelerase los latidos del corazón; si su historia no cumplía con dichos objetivos, no merecía llamarse “historia de miedo”.
 Las noches siguientes sus compañeros le preguntaban “¿Ya pensaste en algo?” y Boro respondía con un “no” mortificante.
 Después de otra noche de conversaciones largas sobre los misterios de la naturaleza, al apoyar su cabeza en la almohada Boro tuvo un sueño, y automáticamente se le vinieron a la mente las imágenes de su futura historia, de sus sombríos personajes, y del espantoso monstruo creado por manos humanas, y vuelto de la muerte. A la mañana siguiente Boro anunció que ya tenía una idea para su obra, y junto con Byron escribieron la novela  “Frankenstein”.
 Al terminar el verano Boro sentía preocupación de qué seguiría después de aquel verano en Suiza, a dónde iría, cómo viviría, cómo se encontraría Berta; ahora su miedo no eran historias de terror, sino el reencuentro con su familia. Byron le suplicó que no pensara en eso, le contó que tenía en mente un gran futuro para ellos.
 Le propuso subirse al velero que su amigo le regaló y dedicarse a escribir poemas y a navegar  para siempre. Y Boro aceptó.
                                                                                                                          Juliana Gianechini
Inspirado en la biografía de Mary Wollstonecraft Godwin,(Mary Shelley).




3 comentarios:

  1. Juliana: tu propuesta resulta interesante e ingeniosa por la fuente en que elegís inspirarte tanto como el modo en que resolvés la consigna. Ahora, vamos por la reescritura para que lo bueno sea excelente. Tratá de no explicar, sino de sostener el tono, el ritmo y los rasgos de la narración. Por momentos se dice lo que sucede pero no se hace que suceda: se insiste en la banalidad de las tertulias y de quienes asisten a ella, en lugar de introducirnos en una de ellas. La afirmación "la teoría de Darwin, que sostenían que existía la posibilidad de darle vida a un cadáver o a distintas partes del cuerpo" no es cierta; que le adjudiques a un personaje real es un error y le quita coherencia. Repensar cómo manipulás los datos verdaderos con los inventados.
    Rever puntuación, tiempos verbales, concordancia, uso de preposiciones.
    Buen trabajo.
    Nota: 7

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  2. Profe, cuando cité la frase "la teoría de Darwin, que sostenían que existía la posibilidad de darle vida a un cadáver o a distintas partes del cuerpo" no me refería a Charles Darwin, sino a su padre Erasmus Darwin que sí sostenía esa teoría. Lo investigué y varias paginas y entrevistas a Mary Shelley coincidían. Una de las fuentes es esta http://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Shelley#Lago_de_Ginebra_y_Frankenstein , pero no sé si la fuente es confiable, también lo corroboré con el prólogo de libro de Frankenstein y decía lo mismo.
    Juliana

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    1. Acabás de deasnarme. Me encanta aprender cosas nuevas, así que gracias.

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