Ya había intentado de todo un poco. En un principio, la
situación conservaba su naturaleza horrorosa y los hechos que habían acontecido
desesperaban a la familia, pero ahora ya meses después de ese devastador y a su
vez interesante comienzo, estábamos cansados, yo estaba cansado, mi familia ya
hace meses que había de dejado de reparar en la condición de mi hermana. Apenas
comenzada la primavera, encargarme de ella solo, era interpretado por mi mismo
como una prueba de amor pero a medida que las estaciones fueron transcurriendo,
las hojas caían tal como mi esperanza de que alguna todo volvería a ser como
fue antes. Ni siquiera me permitía soñar con volver a verla tan vivaz y tan
dulce como solo ella era.
Se escondía el sol sobre el siempre gris firmamento. En el sótano de casa, yacíamos
los dos, era la hora de la cena y por eso yo había bajado a ver si conseguía
que Dalia pruebe bocado, como ya casi nunca pasaba. Después de haber acomodado
correctamente aquel saco de huesos, piel, fluidos y una que otra deformación
extraña que algún día fue la única mujer a la que obedecí, me senté al lado de
ella sobre la cama y la miré a los ojos con mirada inquisidora y la cuchara con
sopa en la mano, casi amenazante para su entender. Luego del tercer bocado,
empezó a gimotear como un bebe cuando quiere dejar de comer, la única
diferencia era que ella ya tenía unos largos 27 años. Al finalizar esa escena
deprimente, me sujetó con sus gélidas manos para que la regrese a la posición de
descanso y aunque le prometí que me iba a quedar con ella durante todo la noche
apenas concilió el sueño me fui amurado de allí.
Todos los días lo
mismo, solo empeoraba y empeoraba lentamente, primero dejó de salir a la calle,
a los pocos meses de caminar y de comer y ahora ya también estaba abandonando
el habla y todo tipo de actividad ociosa que semanas atrás hacía para evitar la
depresión por el largo tiempo que permanecía postrada en esa cama. No solo eso
sino que cada vez su aspecto era más cadavérico y desagradable, sus brazos y
piernas tenían casi la misma flaqueza, su voz era resquebrajada y agitada y
solo se oía en quejidos, llantos y susurros, pero había una parte suya que era
aún peor que todo eso, sus ojos bañados en un rojo amarillento que hacían en
ruido desagradable en cada parpadeo debido a la deshidratación.
Después de ahorrar durante
casi dos largos meses como vendedor de los mejores y más actuales libros en
todo Londres, pude conseguir un médico el Dr.Messvoyance, un francés estirado
de unos 40 años que tocó a mi puerta y se vio sorprendido cuando le explique
que tenía a Dalia en el sótano por que no me gustaba como le daba un ambiente lúgubre
a mi humilde departamento.
Ya en el sótano, el
doctor se paró enfrente de ella, yo estaba parado atrás y un poco al costado de
él, se inclinó sobre ella cuidadosamente pero de una manera extraña (como si
estuviese ante la presencia de un extraterrestre) y con él ceño muy fruncido
murmuró unas frases en francés mientras la olía y le tocaba la cara asombrado,
se dio vuelta y retomando una postura erguida me pregunto sobre datos básicos, síntomas,
edad y obviamente sobre cuanto estaba dispuesto a pagar. Entre exclamaciones,
ruiditos de asombro y largos suspiros, el francés paso horas observando y
palpando a mi hermana, cada vez que encontraba algo extraño se alejaba un poco
de ella, caminaba en círculos y a veces incluso acudía a un libro enorme y todo
empolvado que había traído entres sus pertenencias. Luego de 3 largas horas, se
sentó en el diván y acomodándose los anteojos me dijo con una voz muy
suave-muchacho realmente lo siento pero no creo que tu hermana llegue a vivir ni
una semana más…-
Mi reacción fue
sorprendente no me sentí triste ni mal de ninguna forma de hecho me sentí
bastante aliviado de que todo este por terminar, Dalia había sufrido demasiado
y lo único que quería para ella era una muerte digna, sin dolor. Quise
acompañar a Messvoyance al la puerta cuando me tomó de los hombros deslizó sus
brazos por los míos hasta sujetar mis manos, se arrodilló y en forma de súplica
me hizo una propuesta muy perversa pero no tan desubicada. Me explico que él
quería que yo le diera el cuerpo de mi hermana para probar nuevas técnicas de
una medicina experimental en Francia, esta rama era furor allí desde hace un
par de meses y a veces hacia efecto y curaba cualquier tipo de mal o
enfermedad.
Esa fue la primera vez que oí sobre el Mesmerismo y el
magnetismo interior de las personas, me pareció una idea estúpida pero de todas
formas le entregué el cuerpo de Dalia, no había nada que perder.
Luego de dos días Messvoyance volvió a tocar a mi
puerta esta vez acompañado por dos o tres doctores más y se llevaron a Dalia
hacia Francia, mis últimas palabras hacia ella fueron una promesa, la hice
prometer que de salir bien el experimento Dalia regresaría.
De eso han pasado años y nunca la volví a ver. He oído mucho
sobre el Mesmerismo hasta ahora y ninguno de los relatos son alentadores,
inclusive he leído cuentos sobre eso pero espero que ese no haya sido el
destino de mi pobre y dulce Dalia.
Genial!
ResponderEliminarAunque apenas se acerca a la consigna, tu relato se las ingenia para que este aspecto resulte irrelevante porque lo resolvés con gracia e ingenio. La historia atrae desde el arranque y lleva al lector a un mundo construido con inventiva y buen manejo de vocabulario. Sin embargo, algunos datos resultan incoherentes: ¿un departamento con sótano?; ¿pasó horas o tres horas observándola? Dalia está viva, entonces ¿por qué se entrega un cuerpo?; ¿cómo serviría al experimento del doctor? Aquí cuerpo está funcionando como cadáver Si aún está viva, ¿es solo un cuerpo? Confunde el mal uso del término.
ResponderEliminarLa actitudes del narrador se contradicen: por un lado, siente alivio y no muestra nada de consternación ante lo que le sucede a Dalia, sin embargo, le promete que regresará y nunca se interesa con lo que le sucede en Francia.
Rever errores en el uso de tiempos verbales, puntuación y párrafos; también tildación.
Ahora queda en tus ganas, seguir con la tarea de reescritura para hacer de un buen cuento, uno excelente.
Nota: 7
Profesora Amadio, las observaciones que usted hace en el relato me son de mucha ayuda y voy a practicar en eso, sin embargo lo que quise hacer fue meter un libro pero no mencionar cual es, ese libro apenas nombrado en el relato es el que tiene una posible respuesta a la pregunta de si Dalia se encuentra o no con vida y cómo le serviría su cuerpo tanto con vida como sin vida al Dr. Messvoyance para experimentar. Milena Abril Haddad
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