miércoles, 7 de mayo de 2014

El vacío eterno por Agustín Baigorria
Era una tarde de verano calurosa como cualquier otra. Yo estaba en la hamaca paraguaya detrás del jardín de mi casa leyendo un libro que me encontré tirado hace unos días en el patio de mi casa. Este libro era muy extraño había un hombre como protagonista alto de pelo negro y lacio, de una tez muy pálida, con una galera extravagante de color roja y una expresión de seriedad que ni con la mueca más graciosa podría corromperse.
 A medida que la historia transcurría sentía que el libro me atrapaba a tal punto que cuando me di cuenta de que realmente me estaba absorbiendo fue demasiado tarde para salir de él. Caí en un vacío interminable a una velocidad increíble. Bajaba y bajaba era interminable, llegue a sentir que nunca terminaría, y estaba en lo cierto.
 Luego de un par de horas descendiendo en picada me acostumbré a ese vacío oscuro y frío, pero mi mayor asombro fue cuando divise en la oscuridad un punto rojo que resaltaba frente al vacío. Al irme acercando el punto rojo que era en la lejanía se fue transformando en una galera y ahí estaba el hombre del libro que al pasarlo por al lado se sorprendió y con un leve movimiento de manos me frenó en los aires y me elevó hacia él.
¿Y tú quién eres?- pregunto el hombre de la galera, con su cara de seriedad extrema.
 Yo, aún sorprendido por de que aquel hombre esté en aquel lugar tan increíble y solitario, no pude responder.
 ¿Quién eres?- me pregunta por segunda vez frunciendo el ceño y con una cara de enojo increíble.
 Lo siento soy Carlos y no logro comprender como llegue aquí- respondí con algo de timidez.
 Este lugar se denomina vacío de transición, en este lugar puedes ir a diferentes mundos. Ten cuidado a donde te diriges que hay mundos en el que domina la magia, en otros la guerra y en algunos el mal- dijo el hombre pálido, y con estas palabras desapareció.
 A su vez parecieron cantidad innumerables de portales con diferentes matices desde colores oscuros hasta colores fuertes y brillantes. Este era un momento decisivo en mi vida, tenía que elegir el portal que me lleve a nuestro mundo o todo acabaría ahí. Luego de pensármelo una hora opte por aquel que tenía a la derecha. Era un portal de madera tallada con una historia contada en todo el marco su color era verde claro con una clase de chispas del mismo color que salían de este. Me armé de valor y me acerqué al portal y apenas me incliné hacia él sentí una presión en todo mi cuerpo y un aliento cálido que me sacó de mi sueño.
Con los ojos un poco achinados por la luminosidad se me acostumbró la vista y me di cuenta que seguía en la hamaca y era mi gata la que se había subido encima mío.

2 comentarios:

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  2. Agustín: la idea es buena, pero necesita trabajo para convertirse en un cuento excelente. Hay muchos errores de coherencia y cohesión que dificultan la lectura y deslucen el producto. . El narrador habla sobre lo que sucedió o sucede pero no hace que los hechos sucedan. Repensar qué hace que el "cómo" se cuenta sea tan importante como la historia contada.
    Resulta muy decepcionante que anules la posibilidad de sostener lo fantástico con la vieja y tan usada fórmula de "era un sueño".
    Rever construcción de párrafos y oraciones; uso de puntuación, tiempos verbales, repeticiones innecesarias, preposiciones y tildes.
    Ojalá te den ganas de volver a sentarte con este texto y practiques la reescritura, porque a escribir se aprende escribiendo.
    Nota: 5

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