jueves, 1 de mayo de 2014

Misántropo

La lectura  era mi única pasión en la vida, esta me acuñaba y abrazaba en mis tiempos más oscuros. Al no tener una vida social que me brindase calidez o felicidad, Me encontraba vagante  y perdido, solo una idea fija corría por mi mente: ¿Porque debía seguir respirando? ¿Por qué debía ser uno más? Si la locura es poder ver más allá .Mi  antropofobia era mi aislamiento, mi condena, un ataúd a punto de cerrarse. La gente que habitaba en el mundo exterior planificaba contra mí, sus miradas petrificantes eran una tortura que yo ya no podía soportar. Eran como una plaga que se expandía a través de la tierra, los describiría como una oscuridad invisible, proyectando una sombra, un cielo negro. Mi vida era una actuación que pronto se quedara falta de ideas, la historia pronto caerá por su propio peso. Soy una Imaginación hiperactiva que esclaviza un cuerpo vacío. Me extiendo en dimensiones de una obsesión adictiva. Domino el arte de la decepción que alimenta mi adicción enferma.
El orden de los hechos, la descripción de los personajes eran perfectos y atrayentes, supe que estaba frente a una obra única. Esta seguidilla de hojas era lo único que me  daba una razón de vida, estaba frente a Misery de Stephen King, un libro que reflejaba mis raciocinios más oscuros en sus blancas y arrugadas páginas. Esta depararía mi destino ya que leerlo me consumiría.
Permanecer ajeno al paso del tiempo quizás sea la cura, el frio hierro del cuchillo se presentaba ante mí atrayente y como una rápida salida. Un tajo  hizo que todo empezara a fluir y comience  a leer el primer párrafo: “Una oscuridad en la que no crecían las flores y en la que una caída seria casi eterna antes de llegar al fondo”. De repente mis pupilas se encandilaban con una seguidilla de párrafos, cada vez me aprisionaba más a él. Mi vista llegaba a su límite, los renglones ya eran prácticamente ilegibles, un aroma me hipnotizaba y me atraía hacia su realidad. Poco a poco me iba sumergiendo en ese océano de letras. Mi Cuerpo se perdía en el arrugado papel, la esencia del libro. Me apagaba al pasar de las hojas, todo se volvía oscuro.
 Mis ojos se abrieron en una lúgubre tiniebla, mi vista era nula solo podía observar la opacidad de la oscuridad. Un aroma a sangre impregnaba el aire. Me encontraba en un repulsivo y oscuro lugar, la falta de luz era tan profunda que se me hacía dificultoso imaginar si afuera existiese la luz, o si esta misma era luz comparada con las verdaderas tinieblas, viajaba hacia la nada. Un dolor agudo navegaba desde mis pies hasta la nuca, tanto sufrimiento inexplicable colmaba mi mente de más incógnitas.
Estar allí significaba el peor suplicio, la peor angustia y la desazón de no poder salir, pero de donde pensaba salir? ¿O si existía el afuera? Estos interrogantes me transportaban a un paso de la demencia. La manía se transfiguro en mi más leal camarada. El dolor físico y la enajenación mental se unieron y conjunto a esta unión llegaron nuevos condimentos extra: La sed y el hambre. ¡Oh dios abre mis ojos para ver un momento de claridad!
Mi lucidez se veía asesinada violentamente por raciocinios alucinógenos. La manía llego enfundando mis sentidos de demencia, mi mente colapsaba, mi mentalidad humana se sumergía en lo profundo del talud, en una zona vacía.
No quedaba tiempo para más, la última gota de mi existencia se apagaba tenue al frio aire que abrazó por última vez mis pulmones, un último suspiro dijo suficiente y mi mente por fin pudo despegar. El frágil arte de la existencia se desintegraba lentamente.
El libro se cerró, el lector ya no hacia acto de presencia, el lucido estado de la obra daba a entender que era impecable. Con su cubierta gris que no alimentaba a la imaginación, se mostraba firme y dura, bien real. Sus páginas eran blancas, lisas y casi perfectas, salvo por un pequeño detalle, en su última hoja poseía un enorme manchón rojo.
Por: antu  y Uriel

1 comentario:

  1. Antú, Uriel: hacen un buen trabajo con este personaje tan bien delineado en su obsesión adictiva y coherentemente relacionado con el libro que lee; sin embargo, si hay citas textuales de la novela de SK, no se las diferencia del discurso construido por ustedes y confunde y desconcierta no reconocer quién es el que enuncia. Tampoco se entiende cómo muere.
    El último párrafo ¿les parece necesario?
    Rever uso de términos (alguno inexistente y otros empleados con un significado que no tienen), tiempos verbales, ortografía.
    Si bien esta instancia pone punto final a la actividad, no lo hace con el trabajo de reescritura sobre el texto, ya que, si quieren, hay mucho todavía que puede mejorar. Ojalá tengan las ganas y el entusiasmo, porque a escribir se aprende escribiendo.
    Nota final: 7


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