La lectura era mi
única pasión en la vida, esta me acuñaba y abrazaba en mis tiempos más oscuros.
Al no tener una vida social que me brindase calidez o felicidad, Me encontraba
vagante y perdido, solo una idea fija
corría por mi mente: ¿Porque debía seguir respirando? ¿Por qué debía ser uno más?
Si la locura es poder ver más allá .Mi antropofobia
era mi aislamiento, mi condena, un ataúd a punto de cerrarse. La gente que
habitaba en el mundo exterior planificaba contra mí, sus miradas petrificantes
eran una tortura que yo ya no podía soportar. Eran como una plaga que se
expandía a través de la tierra, los describiría como una oscuridad invisible,
proyectando una sombra, un cielo negro. Mi vida era una actuación que pronto se
quedara falta de ideas, la historia pronto caerá por su propio peso. Soy una
Imaginación hiperactiva que esclaviza un cuerpo vacío. Me extiendo en
dimensiones de una obsesión adictiva. Domino el arte de la decepción que
alimenta mi adicción enferma.
El orden de los hechos, la descripción de los
personajes eran perfectos y atrayentes, supe que estaba frente a una obra
única. Esta seguidilla de hojas era lo único que me daba una razón de vida, estaba frente a
Misery de Stephen King, un libro que reflejaba mis raciocinios más oscuros en
sus blancas y arrugadas páginas. Esta depararía mi destino ya que leerlo me
consumiría.
Permanecer ajeno al paso del tiempo quizás sea la
cura, el frio hierro del cuchillo se presentaba ante mí atrayente y como una
rápida salida. Un tajo hizo que todo
empezara a fluir y comience a leer el
primer párrafo: “Una oscuridad en la que no crecían las flores y en la que una
caída seria casi eterna antes de llegar al fondo”. De repente mis pupilas se
encandilaban con una seguidilla de párrafos, cada vez me aprisionaba más a él.
Mi vista llegaba a su límite, los renglones ya eran prácticamente ilegibles, un
aroma me hipnotizaba y me atraía hacia su realidad. Poco a poco me iba
sumergiendo en ese océano de letras. Mi Cuerpo se perdía en el arrugado papel,
la esencia del libro. Me apagaba al pasar de las hojas, todo se volvía oscuro.
Mis ojos se abrieron en una lúgubre tiniebla,
mi vista era nula solo podía observar la opacidad de la oscuridad. Un aroma a
sangre impregnaba el aire. Me encontraba en un repulsivo y oscuro lugar, la
falta de luz era tan profunda que se me hacía dificultoso imaginar si afuera
existiese la luz, o si esta misma era luz comparada con las verdaderas
tinieblas, viajaba hacia la nada. Un dolor agudo navegaba desde mis pies hasta
la nuca, tanto sufrimiento inexplicable colmaba mi mente de más incógnitas.
Estar allí
significaba el peor suplicio, la peor angustia y la desazón de no poder salir,
pero de donde pensaba salir? ¿O si existía el afuera? Estos interrogantes me
transportaban a un paso de la demencia. La manía se transfiguro en mi más leal
camarada. El dolor físico y la enajenación mental se unieron y conjunto a esta
unión llegaron nuevos condimentos extra: La sed y el hambre. ¡Oh dios abre mis
ojos para ver un momento de claridad!
Mi
lucidez se veía asesinada violentamente por raciocinios alucinógenos. La manía
llego enfundando mis sentidos de demencia, mi mente colapsaba, mi mentalidad
humana se sumergía en lo profundo del talud, en una zona vacía.
No
quedaba tiempo para más, la última gota de mi existencia se apagaba tenue al
frio aire que abrazó por última vez mis pulmones, un último suspiro dijo
suficiente y mi mente por fin pudo despegar. El frágil arte de la existencia se
desintegraba lentamente.
El libro
se cerró, el lector ya no hacia acto de presencia, el lucido estado de la obra
daba a entender que era impecable. Con su cubierta gris que no alimentaba a la
imaginación, se mostraba firme y dura, bien real. Sus páginas eran blancas,
lisas y casi perfectas, salvo por un pequeño detalle, en su última hoja poseía
un enorme manchón rojo.
Por: antu y Uriel
Antú, Uriel: hacen un buen trabajo con este personaje tan bien delineado en su obsesión adictiva y coherentemente relacionado con el libro que lee; sin embargo, si hay citas textuales de la novela de SK, no se las diferencia del discurso construido por ustedes y confunde y desconcierta no reconocer quién es el que enuncia. Tampoco se entiende cómo muere.
ResponderEliminarEl último párrafo ¿les parece necesario?
Rever uso de términos (alguno inexistente y otros empleados con un significado que no tienen), tiempos verbales, ortografía.
Si bien esta instancia pone punto final a la actividad, no lo hace con el trabajo de reescritura sobre el texto, ya que, si quieren, hay mucho todavía que puede mejorar. Ojalá tengan las ganas y el entusiasmo, porque a escribir se aprende escribiendo.
Nota final: 7