jueves, 1 de mayo de 2014

El plan perfecto. Candi



El plan perfecto


Entre frases de consuelo y murmullos, Francisco, bostezando, guardaba los objetos de su oficina en una caja de cartón, pensando solamente en lo tonto que había sido.
Al llegar a su casa, comenzó a sacar las cosas que había guardado en la mañana y allí encontró un libro de tapa antigua que había heredado de su padre hacía un par de años atrás, cuando su corazón dejó de latir.
Él nunca había tenido tiempo para leerlo, por lo que decidió comenzarlo. El libro trataba de un hombre cuyo orgullo había sido abatido y haría todo lo posible por recuperarlo, así tuviera que amenazar o matar a alguien.
Pasando de capítulo en capítulo él tenía más y más ganas de ser el protagonista de esa novela tan atrapante.
Los días se iban como los dientes de león en una ventisca y él no soltaba el libro. No dormía, no iba al baño, no hacía nada más que leerlo.
Una vez terminado comenzó a crear un plan, un plan que tenía que ser perfecto, un plan que con el mínimo error ya no serviría. Y lo logró.
Al haber sido despedido, fue en busca de empleo, cosa que le resultó difícil ya que tenía 47 años y un estado físico pésimo. Al cabo de un tiempo consiguió uno como barrendero en su barrio. Trabajó duro hasta que obtuvo el dinero necesario para proseguir con su plan. Contrató a un sicario profesional, para que lo entrenara en el uso de armas blancas.
Empezó a seguir todos los movimientos de su ex jefe, quien lo había despedido. Se fijaba en los horarios de entrada y salida, cuándo iba a comer, cuándo eran los días en los que llegaba tarde y por qué, etc.
Cuando tuvo todos los datos necesarios se puso en marcha hacia la calle Azul Candi al 1997 y esperó hasta las 18:00 PM a que Guillermo, su jefe, saliera del trabajo.
Había llegado el momento crucial. Él estaba ahí, impecable como siempre, con su traje azul profundo y su maleta Sansonite en la mano derecha saludando a otros empleados, que ya se retiraban.
Francisco se echó a correr desde la calle de enfrente. En su mano izquierda llevaba un cuchillo afilado, puntiagudo, cuya hoja reflejaba el cuello de su jefe. En su cabeza repasaba todos los pasos que le había enseñado su mentor, cuando de golpe, POOM, lo arrolló un auto…
-Francisco!. Gritó su jefe.
-¿Eh? ¿Qué pasó?. Respondió sorprendido.
-Otra vez se quedó dormido en el trabajo y no me queda más remedio. Está despedido. Guarde sus cosas y lárguese.


Manuel Candi Tormos

1 comentario:

  1. Elaborás un buen texto pues discurre con claridad y cohesión . Sin embargo, el discurso se torna un tanto explicativo y poco emotivo. falta una elaboración más atenta de lo estético, del uso "extrañado" del lenguaje, menos previsible. Narrar no es decir qué sucede sino hacer que suceda. La resolución, que enmarca los hechos dentro de un sueño, resulta una salida fácil y sin originalidad que decepciona.
    Repensar la intencionalidad de un texto con pretensiones literarias, el carácter ficcional, qué juego plantearle al lector y cómo seducirlo.
    Nota: 6

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