domingo, 22 de noviembre de 2015

Diario de Lectura de Felipe Gómez

 “Los Pichiciegos”, de Rodolfo Fogwill

Elegí “Los Pichiciegos” por el tema que aborda, la Guerra de Malvinas. Siento que me puedo identificar con la historia y el contexto por la edad de los combatientes. Ponerme en su lugar e imaginar la situación que les tocó vivir. También para entender más aún del contexto de la Dictadura, aunque no sé si esto lo va a resolver el libro.

Viernes 13 de noviembre:
Compré el libro en la fotocopiadora del colegio. Llegué a casa y, después de almorzar y dormir una pequeña siesta me puse a leer por la tarde.
     Leí el primer capítulo y me gustó bastante. Rescato el vocabulario que se usa y que lo que no se entiende se explique, excepto quién es “él”. Me da intriga. Transcribo algunas frases que subrayé:
“Decile a ese boludo que averigüe menos y que salga y consiga azúcar”
“Siempre al llegar el que entra habla. El que llega viene de no hablar mucho tiempo, de mucho caminar a oscuras, de hacer guardias arriba de algún cerro esperando la oscuridad.”
“Quería saber… ¿si vos sos uruguayo, por qué carajo estás aquí?”
“Mejor-dijo uno-. Así respiramos. ¡Acá no se aguanta el olor a mierda…!”
“Llamaban helados a los muertos. Fríos eran los que se habían herido o fracturado un hueso y casi siempre se les congelaba una mano o un pie.”
“-No se va a terminar… Dicen que ya están por llegar los rusos.
-¿Rusos?- preguntó él. Rubione le explicó:
-Sí: rusos. Dicen que llegan portaaviones con paracaidistas; son como cinco mil rusos, que se les van a aparecer a los británicos por atrás.”
“Los Reyes magos mandan. Son cuatro Reyes. Al comienzo eran cinco, pero murieron dos: el Sargento y Viterbo. Murieron dos, quedaron tres, pero después llegó el primo del Viterbo, que lo llamaban el gallo y ahora son cuatro reyes: él, El Gallo, el Turco y el Ingeniero”.
Sigo por la noche con la lectura del segundo capítulo. Después me voy a dormir y seguramente hasta el lunes no vuelva a tocar el libro.
     El segundo capítulo es corto pero entretenido. Se explica el porqué del nombre de Los Pichiciegos. Subrayé poco:
“El bombardeo asusta: hay ruidos y vibraciones de ruido que corren por la piedra, bajo la tierra, y hasta de lejos hacen vibrar a cualquiera y asustan. Algunos se vuelven locos.”
“¡Con qué ganas me comería un pichiciego!- dijo el santiagueño.
Y a todos les produjo risa porque no sabían qué era un pichiciego.
-El pichi es un bicho que vive debajo de la tierra. Hace cuevas. Tiene cáscara dura y no ve. Anda de noche.”
Lunes 16 de noviembre:
Estoy por empezar el tercer capítulo y si bien capaz me apure un poco, tengo ganas de un poco más de acción, aunque hasta ahora fue llevadero y entretenido.
Terminé el tercer capítulo y la acción que pedía estuvo. Me gustó el viaje al encuentro con los ingleses para negociar. Los noto avivados pero ingenuos a la vez a los pichis, sin saber del todo que son las cajitas negras, de las que yo sospecharía más de lo que lo hacen ellos. Me irrita el no saber quién es él, pero creo que se va a ir entendiendo con el pasar de los capítulos. Transcribo algunas citas:
De noche es más difícil caminar, pero hay menos peligro: yendo de día pueden disparar de cualquier lado, de cualquier bando. Te ven, disparan.”
“Muchos pichis fueron dados por muertos, por desaparecidos o presos de británicos, y si volvían al Ejército, los otros se enteraban de que habían sido pichis y los calaboceaban: los ataban y los hacían pasar la noche al frío quietos, para helarlos.”
“El que estuvo al frío mucho tiempo quiere estar quieto, quedarse al frío temblando y dejarse enfriar hasta que todo termina de doler y se muere.”
“-Estoy jodido-decía el marino-, creo que me voy a morir.
-¡Avisá antes, así anoto que va a sobrar comida!- decía Pipo”
Busqué qué era el “Tres Plumas” porque no lo conocía. Es un licor coñac que saca rápido el frío…

Tengo pensado leer el capítulo 4 por hoy. Con eso llegaría a la página 56, bastante para ser el segundo día de lectura.
El capítulo 4 es el primero que habla de política. Me gustó porque cuentan parte de la historia dando opiniones tal cual lo hace cada uno de nosotros, y me sirvió para entender un poco el desconcierto de la época. Citas:
“-Videla dicen que mató a quince mil- dijo uno, el puntano.
-Quince mil… ¡no puede ser!
-¿Cómo, Videla?- preguntó el Turco.
-Sí, Videla hizo fusilar a diez mil –dijo otro.
-Salí, ¡estás en pedo vos…! –dijo Pipo.
-¡Qué pedo! ¡Está escrito! –hablaba el puntano.
-¡Estás mamado!
-Qué mamado, están los nombres de todos, uno por uno, los que mandó fusilar Videla.
-No pueden haber sido tantos –dijo el Turco.”
“-Yo sentí que los tiraban al río desde aviones.-
-No lo creo, son bolazos de los diarios –dijo el pibe Dorio.”
“-¿Y por qué te dicen Galtieri?
-El Sargento le puso-dijo Viterbo- porque este pelotudo también creía que íbamos a ganar…”
“-Nunca más va a haber elecciones aquí.
-¡Ah no…!
-No, nunca más. ¿No viste que no hay libretas de enrolamiento? Antes había, tenían un espacio para poner el voto, ya ni las hacen.”
Martes 17 de noviembre:
Retomo la lectura en la página 56, comienzo del capítulo 5.
De los capítulos más aburridos, lo poco que rescato es el entender las decisiones, muchas veces difíciles, que tenían que tomar. Entregar a los que “no servían”. A los que no eran útiles para ellos y la supervivencia.
“Fingió creer. Pidió que le pasasen un trago de Tres Plumas y tuvo lástima por Galtieri, pero pensó que los demás tenían razón. Ese pibe no iba más. Había ya varios que no iban más”
“-Pibe, si te vas a quedar aprendé que acá “mejor” quiere decir lo que mandamos nosotros. ¿Entendés?”
Capítulo 6. Lo espero más interesante por cómo termino el anterior. Deberán entregar a los peores.
Me gustó el capítulo. De los más entretenidos hasta ahora. Se acentúan las relaciones de poder, y los combatientes se vuelven insensibles de a ratos pero rápidamente vuelven a extrañar, a querer, a necesitar.
“¿Quién se iba a impresionar por una muerte, por un muerto?”
“-La gente sirve. Vienen más, traen más… ¡Hay que elegir que sirvan: traen cosas, tienen más conocidos en los batallones, pueden cambiar más cosas y ayudar…!”
“-Los Reyes mandan y nadie más manda y el que quiera mandar se va y no es más pichi y va a ver qué le pasa.”
“-¿Qué querrías vos?
-Culear.
-Dormir.
-Bañarme.
-Estar en casa.
-Dormir en cama blanca, limpio.
-Culear.
-Comer bien… ¡Te imaginás un asadito…!
-Ver a mis viejos.
-Yo estar bien, lejos, con calor.
En el calor todos estuvieron de acuerdo. Uno dijo:
-Culear y ser brasilero.
-Qué: ¿negro?
-Cualquier cosa. ¡Pero brasilero!”
Este diálogo refleja gran parte del libro para mí. Me llegó mucho. Demuestra qué es lo verdaderamente importante y que muchas veces nos olvidamos de valorar, dándolo por hecho y pasándolo de largo.
Voy a seguir con el capítulo 7 porque el libro está en un momento interesante y me está gustando. Después de este abandono por hoy.
Es un capítulo corto que demuestra el sufrimiento de los Pichiciegos. Yo creo que se están volviendo locos algunos. El aislamiento, la mala alimentación, la forma de vivir, los estallidos, la situación y el contexto en sí hacen que piense eso.
Miércoles 18 de noviembre.
Tomando unos mates, por la tarde, voy a leer el capítulo 8 y hasta donde me den ganas. Creo que con el ritmo que vengo llevando voy a terminarlo para el viernes, además me entretiene y no es un libro pesado ni nada por el estilo, sino todo lo contrario.
     Este capítulo abarca más el resto de los combatientes más que de los pichis. De qué hablaban, que se quejaban, y qué opinaban de los pichiciegos. Cuenta una historia en particular, sobre Dorio, el Pichi “salvador”.
Esperaba leer el capítulo 9, pero la cuenta vuelve a empezar. Capítulo 1. Supongo un antes y un después, por eso el nuevo comienzo. ¿Cambiará el narrador, que todavía no entendí quién es? ¿La historia sigue desde otro punto de vista? Me entusiasma. Estoy en la mitad del libro.
Estas frases que subrayé sintetizan el capítulo: “Chocolate, cigarrillos ingleses, pilas, medias, mantas, paños de carpa, botes inflables desarmados, escafandras de buzo muerto: ¡cualquier cosa por un tarrito de polvo químico!”
“Si hay algo peor que la mierda de uno o de los otros, es el dolor. El dolor de los otros.”
“Herido es como ser un muerto”
Voy a empezar el tercer capítulo del día y quizás el último. Si me da el tiempo leeré este y otro más, pero estoy cansado y probablemente duerma.
Capítulo 2. Corto pero rescato que hay alguien que anota todo, como ya había leído antes pero no le di importancia. Ahora que se repite le doy lugar:
“-Yo anoto. Creer o no creer no es lo importante ahora- sugerí.
-Claro –dijo él-, a vos lo único que te calienta es anotar.
-Sí –reconocí-, anotar y saber”.
“-Fechas, cuentos, caras y voces y nombres de los que se fueron: todo se olvida.”
También me gustaron estas frases sobre el miedo:
“El miedo cambia. Hay miedos y miedos. Una cosa es el miedo a algo, y otra distinta es el miedo de siempre, que está ahí, atrás de todo.
     Hay dos miedos: el miedo a algo, y el miedo al miedo, ese que siempre llevás y que nunca vas a poder sacarte desde el momento en que empezó.”
Voy a leer el tercer capítulo porque el anterior me gustó. Estoy cansado pero para adelantar aún más. Con esto termino por hoy.
     Me aburrió mucho. Quizás porque leí bastante por hoy, pero lo sentí un capítulo de relleno en el que no entendí el fin de las historias que se cuentan. Mañana voy a retomar la lectura en el capítulo 4. Espero sea interesante.
Jueves 19 de noviembre:
Capítulo raro. Al principio se me hizo aburrido. Permite entender el asco de los argentinos hacia los ingleses, y la relación homosexual entre un inglés y uno de los Pichis. Cito algunas frases que subrayé:
“Es que el miedo suelta el instinto que cada uno lleva dentro”.
“Los pichis no cruzarían el invierno. Ni cara tenían: hinchados, la barba crecida, los ojos secos y muy hundidos, el pelo duro como un cuero arriba de la cabeza y los pómulos rojos, escaldados del frío y por las quemaduras”.
“-Es la manera que tienen ellos de mirar a los argentinos –dijo Viterbo.
-Sea por lo que sea, ¡son una mierda los ingleses! –dijo él.”
“Daba asco porque ahí abajo, con esa mugre, con el olor a muerto que se filtraba por las paredes de tierra dura y el peligro de estar entre veinte argentinos que si pudieran te reventarían con el taco del borceguí, en medio de la guerra, montarse a un tipo sucio como un pichi, era algo repugnante para cualquiera: nada más a un inglés se le podía ocurrir tanta asquerosidad.”
“-Ustedes –dijo- son como las minas: lo que más les gusta es que a los otros les guste…”
El 5° es un gran capítulo. Da mucha tristeza lo que se cuenta. Desde el sufrimiento por ir a una guerra sin preparación militar, la comparación que se hace respecto a cómo los hombres siguen a las ovejas para matarlas a cómo los helicópteros ingleses perseguían a los combatientes argentinos. La última parte del capítulo permite entender mucho sobre la impotencia que debían sentir por la injusticia de ir a una guerra por decisión de unos pocos que ni siquiera se involucraron por el beneficio de su población y sus combatientes. Transcribo las frases que me parecieron importantes:
“El Ejército toma soldados buenos, les enseña más o menos a tirar, a correr, a limpiar el equipo, y viene la guerra y te enterás de que se pelea de noche, con radios, radar, miras infrarrojas y en el oscuro y que lo único que vos sabés hacer bien, que es correr, no se puede llevar a la práctica porque atrás tuyo, os de tu propio regimiento habían estado colocando minas a medida que avanzabas.”
“Ya se veía venir el final, sobraba más el tiempo. Se salía poco. Un pichi salía y topaba con filas enteras de soldados caminando a entregarse a líneas inglesas.
     A los que se rindieran antes del domingo, les iban a dar doble ración de comida caliente y trato de prisioneros de guerra, con custodia de la Cruz Roja.”
“Entre esos pichis que se rindieron, a algunos los encontraron las patrullas y los fusilaron en el lugar, por desertores. Los otros se han de haber muerto de frío en los campos de presos ingleses, o andarán todavía en una barcaza rondando el polo, porque a muchos presos de aquellos días los sentaban atados en las barcazas, les conectaban el motor y les trababan el timón apuntando al sur y los largaban así.”
“Mientras, la radio argentina seguía diciendo que se había ganado la guerra.”
Antes de irme a dormir voy a leer el sexto capítulo. Se va acercando el final y, si bien no estoy seguro de lo que vaya a pasar con los Pichiciegos, tengo una sensación triste y que no va a terminar bien. Espero me equivoque.
No se define el destino de ellos particularmente pero sí se va trazando el final de la guerra y, por lo tanto, la derrota argentina. Quedan dos capítulos, que voy a leer mañana, para terminarlo. Lo que más me gustó de este:
“Ya se veía venir el final, lo sentían los Reyes y los pichis más despiertos. Los otros, para eso como para todo lo demás, no veían el final ni nada.”
“Muchos se habían olvidado de pararse, comían poco y acostados y se movían agachados para salir a mear.
     Los reyes no hablaban, veían venir el final. No sabían cómo termina, pero sabían que terminaba.”
“¡Mamá! No hubo pichi al que no se oyera alguna vez decir “mamá” o “mamita”. Despiertos, o dormidos, todos lo dijeron alguna vez.”
“Te colocan así, abajo del avión, lo hacen crecer, lo hacen bajar arriba tuyo y lo hacen que apunte a vos y que siga creciendo para que sepas que ellos mandan las proporciones, que ellos pueden moverlas como quieren. Que mandan. Ese es el método que tienen ellos. ¿O te creés que la guerra es tirar y tirar? La guerra es otra cosa: ¡es método! Y ellos tenían el método.”
Viernes 20 de noviembre:
Últimos dos capítulos. Los voy a leer tranquilo y concentrado para poder entenderlos bien, tomando unos mates. Hasta ahora el libro me gustó mucho. Espero que no me defraude, aunque le veo venir un final triste, como lo fueron los últimos capítulos.
Terminé el libro y la verdad me gustó mucho. Me pareció muy entretenida la narración, si bien algún que otro capítulo fue aburrido, en general estuvo bueno. Es injusto el final, después de tanta lucha y tanto esfuerzo. Lo veía venir, pero de otra forma totalmente distinta. Me convence aún más de mi idea, lo que vale es lo pequeño y lo cotidiano y hay que saber valorarlo y disfrutarlo.
     Cumplió con lo que esperaba porque me pude sentir identificado con los personajes y las situaciones que les tocó vivir, así como pude entender mejor el contexto tanto en la Guerra como en el país en general. Sin dudas es recomendable para el que quiera conocer aún más sobre la Guerra de Malvinas y cómo lo vivieron nuestros soldados. Transcribo algunas frases que subrayé de los últimos dos capítulos:

“No podía entender cómo eran esos ruidos, ruidos grandes, ruidos gigantescos, ruidos sin proporción, gigantes y grandes que ni se oyen: vibran adentro, en el pecho; en el vientre vibran y se mueven las cosas y las piedras, del ruido. Todo se mueve, afuera. Adentro.”
“El que estuvo un tiempo en el calor puede aguantar más tiempo el frío.”
“El que estuvo en el frío, siempre en el frío, está frío, olvidó.”
“Las ciudades son como un baño permanente de agua tibia que ablanda y adormece a la gente.”
“Quedaban en el suelo los cuerpos, las ropas deshechas, algunos quemados y todos con el guanto derecho crispado alrededor del papelito con el contrato de rendición, como si fuera entrada intransferible para el gran teatro de los muertos.”

1 comentario:

  1. Felipe: como siempre, un trabajo responsable y correcto. Hacés una buena reconstrucción de tu experiencia con este libro, aunque se extraña la apropiación estética de la lectura; por momentos, parecerías estar hablando de hechos reales desde un manual o una historia de vida y no de una construcción ficcional. ¿Se puede evaluar una ficción sin tener en cuenta criterios estéticos? ¿Qué aprendimos y qué queda por aprender?

    "Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero,
    Que la buena suerte te persiga, cada día y cada noche.
    Muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto a la fogata,
    Risas para consolarte y aquellos a quienes amas cerca de ti,
    ¡Y todo lo que tu corazón desee!"
    (Oración irlandesa)

    ¡Buena vida!
    Graciela


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