"El televisor"
La brisa entra por la ventana y suavemente acaricia cada
rincón del cuarto, inundándolo con su canto tranquilo y brindándome un
espectáculo nocturno y silencioso. Otra noche en Buenos Aires. Sin embargo son
las noches como hoy, las noches calurosas, en las que sueño los gritos, mi
cuerpo, enredado en las sábanas. El sudor casi como la sangre salpicando mi
piel con una horrorosa sinfonía de fondo, sinfonía que clama piedad y que clama
mi nombre, llantos y golpes se oyen, y entre tanto horror su cuerpo desnudo en
el suelo.
-No, por favor!
-Emir, ayuda!
Cierro los ojos
fuertemente, no pude ayudarla, nada pude hacer, solo estar allí, ser testigo.
Miles de mujeres hubo en este planeta, miles
las hay y miles la va a haber, pero ella no volverá. La mujer que amo ha muerto
y su sangre ha sido derramada cual un símbolo, una muestra de lo que una vida
es sin la luz, sin la obediencia y sin la humildad de ser un ciervo del Corán.
El día que llegue
aquí me prometí regresar a Siria cuando
termine la masacre, y con la ilusión de alcanzar la felicidad enterré al mundo
tal como lo conocía.
Recuerdo aún mi
primer día en este país, el primer lugar que visité fue El Obelisco, la ciudad
brillaba ante la muy oscura noche, tanto era su brillo que las estrellas se
escondían en lo alto, humilladas. Mi aspecto parecía serle un tanto extraño a
las personas que me rodeaban, me miraban con curiosidad y a veces temor. Luego
de caminar un par de cuadras, decidí comprar cigarrillos y relajarme en alguna
plaza.
El humo danzaba frente
a mis ojos, estaba tendido en un banco, las luces apabullantes ahora se
reducían a unos discretos faroles de luz tenue y cálida. Unos pasos quitaron mi
vista del cigarro, una mujer se acerco y sentó a mi lado. Yo permanecí mirando
hacia el frente sin saber que decir, mi castellano era terrible, solo manejaba
el inglés, ella se inclinó hacia mi costado del asiento y comenzó a hablarme.
-Hablas español?
- Mmma…english, english!! Intente decir
La muchacha comenzó a hablarme fluidamente el idioma,
tuvimos una conversación donde nos presentamos. Su nombre era Alina, tenía 19
años, congeniamos verdaderamente rápido. Al cabo de dos semanas de charlas
profundas y paseos, la llevé a hospedarse conmigo, lucía necesitada de alguien,
me comentó que desde hace un año que dormía en hoteles y cuartuchos todas las
noches y decidí que sería placentero responsabilizarme por darle algo de
estabilidad.
Los días con Alina
eran como noches eternas, ambos teníamos los horarios cambiados, el cuarto del
hotel donde vivíamos tenía una ventana que estaba cerrada todo el día y
permanecía abierta hasta que el sol se asomaba. Había discos desparramados por
la alfombra y un velador con una luz roja posado en el piso junto al colchón
donde dormíamos, ambos nos convertimos al ateísmo, aunque en mi caso era
temporal y a pesar de que ella tenía imágenes de dioses egipcios e hindúes
colgando de las paredes. Además de discos había libros muchos libros, unos en
árabe otros en castellanos y otros en inglés, ambo podíamos conversar en esos
tres idiomas, teníamos demasiado tiempo libre. Había noches en las que nos
íbamos a caminar, siempre lugares tranquilos, detestábamos la masividad. Las
calles más tranquilas y desérticas me hacían recordar a mi tierra natal. Solo
si todo un hubiera cambiado tanto, solo si no hubiese tenido que irme.
Una noche, Alina y yo
hicimos el amor, tal como solíamos hacerlo, solo que esta vez, luego de
hacerlo, ambos quedamos tumbados en el colchón. Su mirada estaba perdida y daba
vueltas con su dedo índice sobre mi hombro, de repente respiró hondo, como si
fuese a decir algo pero soltó el aire en un soplido profundo.
-¿Qué? Dije intrigado
- Nada…Se cubrió el rostro con cara de pícara
Volví a insistir con la pregunta hasta que contestó, nada de
lo que hubiese dicho Alina me hubiera sorprendido más, las palabras que
salieron de su boca fueron extrañas nada prescindible de su parte “Quiero un
televisor”. ¿De donde salía semejante idea?, nunca había tenido uno pero
parecen artefactos inútiles, hay libros, hay cine, ese era mi concepto de
entretenimiento. Pero sus deseos eran órdenes.
Días después de esa
charla, un televisor comenzó a acompañarnos en nuestras “noches días”.
Alina consiguió un
empleo como mesera, las noches sin ella no eran nada. Estaba sentado en el colchón
en un total silencio y una total oscuridad, habíamos tirado la mayoría de los
libros y los demás los habíamos vendido para conseguir dinero para el maldito
televisor. Estaba hastiado, pensando que podía hacer para pasar el tiempo, mi
primer reflejo fue ir a dar una vuelta, entonces me dirigí hacia la puerta.
Pero en el camino mi pie pareció pisar algo, eché un vistazo, era el control
remoto, lo sostuve en mi mano con intención de lanzarlo a un lado pero en ese
instante me invadieron las ganas de ver si había algo interesante para ver.
Prendí el televisor, los canales eran los mismo de siempre, comencé a bajar e
intentar ver algo que no fueran películas. Canal 23, Canal 22, Canal 21, Canal
Bloqueado, Canal bloqueado ¿Canal bloqueado? La intriga por los canales
bloqueados se hizo poco a poco más y más insoportable. La contraseña no podía
ser muy difícil, algo que Alina no olvidara. Luego de intentar combinaciones y
simbologías numéricas, me dí cuenta de que la clave era el año en que nació.
1995, Todos los canales bloqueados se mostraron frente a mis ojos después de
tan desesperada espera. Lo que mis ojos vieron en ese momento es difícil de
explicar…
Canal 20: “El peor momento del terrorismo islámico”
Canal 19: “Siria, más de 30 ciudades masacradas por los musulmanes”
Canal 18: “Las víctimas del califato ya son más de 22 por
día”
Caí de rodillas al
suelo, Esa era mi religión, mi sangre y yo la había traicionado, Me había ido y
ahora era un infiel. Traicioné al Corán, le di las espaldas a Alá y era un
monstruo ante el mundo a pesar de no haber matado.
Yo, Emir Al-Yahujdán
debo entregar mi sangre cual un símbolo, una muestra de lo que una vida es sin
la luz, sin la obediencia y sin la humildad de ser un ciervo del Corán.
FÍN
Milena Haddad
La FECHA DE ENTREGA era hace dos semanas, es una falta de respeto.
ResponderEliminarMilena: si bien hacés una buena elaboración del discurso, con pasajes bellos y conmovedores, no resulta del todo clara la historia: el narrador anticipa que asesinó a la mujer; después, afirma que ha muerto; sin embargo el que parecería morir en el final es él. ¿Va a matarse? ¿Nada sucede con el crimen que cometiera, si así lo hizo? El orden de los hechos y los tiempos verbales no ayudan.
ResponderEliminarEl relato no se ajusta acertadamente a la consigna, ya que no hay una época cumpliendo un rol determinante en el desarrollo de los hechos.
Rever construcción de algunas oraciones, tiempos verbales.
Entrega fuera de fecha.
Nota: 6
Profesora Amadio, el contexto histórico en el que está ubicado es la actualidad, me refería a los aconteciemientos actuales que estan pasando en Siria.
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