jueves, 3 de julio de 2014

Nicolás Marruccelli. Lo inesperado.

                                                      Lo inesperado


 Y tuve que tomar una decisión, cuando nadie me estaba viendo, decidí escabullirme.
    A comienzos de la década de 1930, el clima era lúgubre. La depresión económica mundial había golpeado muy duro y había millones de desocupados. El recuerdo de la derrota humillante, quince años antes, durante la Primera Guerra Mundial, estaba todavía fresco en la memoria de muchos, y nosotros ya no confiábamos en el débil gobierno que teníamos conocido como la República de Weimar.
   Generalmente a lo largo del siglo XX, la mayoría de las mujeres aún pasaban sus días en casa, criando a los hijos, tal como lo hacía mi madre. Y mi padre tenía un paupérrimo empleo como cartero. Mi hermano y yo, nos quedábamos en casa para no ser víctimas del trabajo infantil. Nosotros carecíamos del privilegio de vivir en las ciudades como lo hacían otras familias, por lo tanto nos encontrábamos en el campo.
    Una mañana me encontré con que mi hermano mayor no estaba en su cama y la puerta de mi cuarto estaba trabada como de costumbre ya que estaba en malas condiciones, en ese caso siempre salíamos por la ventana y cuidadosamente caminábamos por la cornisa del tejado para luego entrar por la cocina, cosa que solo mi hermano y yo podíamos hacer.
  Una vez al llegar a la parte posterior de la casa con mi pijama a cuadros, me encontré con mamá y papá.
-¿Tu hermano sigue durmiendo?- preguntó mi madre.
-Pensé que estaría aquí, en la cama no estaba.
Y pasaron unos breves segundos compuestos por silencio y miradas entre nosotros tres.
Siempre supe que él tenía deseo y atracción hacia las ciudades.
   Volví al cuarto en busca de respuestas y encontré la ausencia de su mochila y un par de prendas suyas.
   Sin despertar a mis padres en la madrugada, me subí a escondidas en el último colectivo que salía hacia la ciudad, en busca de mi hermano.
    En el campo siempre tardaban en llegar las nuevas noticias sobre el cambio de política o cosas del gobierno. Al entrar en la ciudad me impacte al recibir la información que captaron mis ojos, se me pusieron los pelos de punta y sentía cómo la sangre que corría por mis venas, se congelaba paulatinamente. Parecía una pesadilla. Eran prácticamente desconocidos, y habían ganado apenas el 3 por ciento de los votos en las elecciones de 1924, y ahora estaban por todas partes con sus uniformes negros con insignias de cráneos y huesos cruzados que aterrorizaban. Eso quiso decir que era el comienzo de una nueva etapa, el nacionalsocialismo. Ellos nos acusaban a nosotros de todos los problemas del país, como la pobreza, el desempleo y la derrota en la Primera Guerra Mundial.
  Como un reflejo automático de mi cuerpo, decidí no bajarme en ningún momento del transporte y seguir escondido entre las butacas, pero este llegó a su terminal y tuve que salir.
   Traté de buscarlo y no lo encontré por ninguna parte, hasta que allí estaba. En una fila de hombres, dirigida hacia el interior de un camión, por otros dos hombres con sus negros y largos uniformes.
   Sinceramente no entendía qué estaba pasando, lo mire fijamente esperando que me mirara y hagamos contacto visual, hasta que sucedió. Su cara mostraba perdición, tenía ausencia de alma en sus ojos y la frente baja, era como si dentro de el había un pequeño fósforo encendido que se iba apagando por carecer cada vez menos de oxígeno. Al mirarme sintió decepción y su boca se movió como si quisiera gritarme algo, pero era tarde, detrás de él cerraron las puertas del camión.
    Y tuve que tomar una decisión, cuando nadie me estaba viendo, decidí escabullirme entre la multitud.

1 comentario:

  1. Nicolás: no lográs dar con el tono narrativo adecuado ya que predomina el decir sobre el narrar, no hay suspenso ni tensión y las acciones se tornan previsibles y no logran conmover, porque se explica, se da demasiada información ( es un texto breve) y no se trabaja la época a través de indicios. El contexto es muy fácil de reconocer para el lector; entonces, deberías haberte ocupado de aquello que estabas imaginando. No resulta verosímil el viaje de la protagonista y la facilidad con que encuentra a su hermano.
    Repensa qué le propone este texto al lector, cómo lo involucray qué quiere provocarle.
    Rever construcción de párrafos y oraciones, tiempos verbales, uso estético del lenguaje.
    Nota: 5

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